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La Segunda Intervención Francesa en México fue el segundo conflicto internacional sostenido entre México y Francia. Comenzó con los reclamos franceses por la suspensión de la deuda por el gobierno de Benito Juárez, y siguió con el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano, sostenido por las tropas francesas, belgas y austriacas que ocuparon el país entre 1862 y 1867. También es conocida como la "Guerra Franco-Mexicana".


antecedentes
Disputas con el clero, así como con los diplomáticos de España en México, habían iniciado una cadena de intranquilidades entre México y varios países europeos. Además, las complicaciones económicas causadas por la Guerra de Reforma y la Revolución de Ayutla, a pesar de las medidas tomadas por el gobierno para reducir los costos de la guerra (por ejemplo la reducción de las fuerzas militares), forzaron al gobierno a suspender la liquidación de las deudas externas por un periodo de dos años.

España, Reino Unido y Francia formaron una alianza tripartita en Octubre de 1861, con el propósito de protestar conjuntamente contra las politicas económicas mexicanas; exigieron el pago de la deuda, aunque, aparentemente, sin la intención de intervenir en los conflictos domésticos de México. Para presionar al gobierno mexicano enviaron una expedición armada que arribó a Veracruz en Enero de 1862.

El Ministro Mexicano de Relaciones Exteriores Manuel Doblado notificó al General español Juan Prim, a cargo del movimiento tripartita, de las complicaciones económicas del país y logró persuadirlo de que la suspensión de las deudas era algo transitorio. Para los gobiernos de España y Gran Bretaña esta explicación fue suficiente y zarparon de Veracruz una vez concluidas las conferencias diplomáticas de La Soledad. Sin embargo, las tropas francesas se negaron a retirarse, pues Napoleón III tenía intenciones de instaurar una monarquía títere en México desde la que planeaba apoyar a los confederados en la Guerra Civil Estadounidense y disminuir drásticamente el poder de Estados Unidos en la región.

Intervención extranjera

Benito Juárez, líder liberal republicano.A raíz de la suspensión de pagos España, Francia e Inglaterra encontraron el pretexto idóneo para intervenir en los asuntos mexicanos. El 31 de octubre de 1861, en Londres, las tres naciones suscribieron un convenio por el cual adoptaron las medidas necesarias para enviar a las costas de México fuerzas combinadas de mar y tierra. La intervención tenía el objetivo de cobrar deudas acumuladas desde tiempo atrás y, si bien las demandas no resultaban extrañas, su cumplimiento era difícil en las circunstancias de la República. Sin embargo, el gobierno juarista se vio obligado a dar una respuesta. Reconoció la situación ruinosa del erario y, al mismo tiempo, advirtió los esfuerzos que mantendría para enfrentar dignamente los reclamos.

A pesar de la buena voluntad mostrada, algunas tropas españolas arribaron, en diciembre, al puerto de Veracruz, y para enero de 1862 ejércitos de las tres potencias europeas desembarcaron en territorio mexicano. Al menos una de ellas arribó con planes imperialistas promovidos por mexicanos, quienes ante el virtual fracaso del partido reaccionario, volcaron los ojos hacia Europa en un afán último por conservar sus privilegios e imponer un gobierno netamente conservador. Para 1860-1861, una comisión encabezada por José María Gutiérrez de Estrada, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar y Juan Nepomuceno Almonte persuadiría al gobierno de Napoleón III de apoyar una nueva intervención en México que llevara a implantar una monarquía. Una vez que se contó con su apoyo, se decidió que el candidato ideal era Maximiliano de Habsburgo, quien, después de poner varias condiciones y reflexionar largamente sobre de ello, aceptó el ofrecimiento que se le hacía. Se dice que en esta decisión contó la influencia de su esposa Carlota Amalia.

Ante tal panorama, el presidente se vio en la necesidad de llamar a los mexicanos a unirse en contra de los invasores, pero el Congreso, que se distinguió por una actitud antijuarista, frenó muchas de las iniciativas presidenciales. Tan fuerte era la oposición en la Cámara que 51 diputados suscribieron una petición formal para destituir a Juárez por incapaz; sin embargo, 52 diputados votaron a su favor, salvando su estancia en el poder por un solo voto. El presidente se esforzó por llevar al cabo un arreglo de corte diplomático luego del ultimátum de la alianza tripartita. El ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Doblado, inició un intercambio de notas con los gobiernos demandantes. Ante lo apremiante de la situación, el Congreso debió facultar al gobierno para tomar todas las providencias convenientes con el fin de salvar la independencia, defender la integridad del territorio así como la forma de gobierno prescrita en la Constitución y las Leyes de Reforma.

El gobierno mexicano logró llegar a un acuerdo con el representante español y suscribir el texto conocido como "Los Preliminares de La Soledad". Dicho documento fue avalado por los británicos pero no así por los franceses, quienes, con este hecho, demostraron sus intereses intervencionistas.

El 9 de abril de 1862, las potencias suspendieron los acuerdos de la Convención de Londres, por lo que las tropas españolas e inglesas se retiraron del país. Mientras tanto, Almonte, que al amparo de las fuerzas francesas había llegado a México, tomó el mando del gobierno que defendía la intervención y organizó un gabinete con miembros del partido conservador, al tiempo que el ejército invasor emprendía la marcha hacia el altiplano con el fin de apoderarse de la capital e impresionar a los mexicanos con las fuerzas que mandaba. Si bien es cierto que la primera sorpresa se la llevarían ellos al ser derrotados por el ejército mexicano encabezado por Ignacio Zaragoza en la célebre batalla de Puebla del 5 de mayo de 1862, la llegada de refuerzos y de un nuevo dirigente francés para la lucha, el general Federico Forey, daría a la larga la posibilidad al ejército invasor de llegar hasta la capital en 1863.

El 31 de mayo, ante la inminencia de la llegada de las tropas francesas, Juárez y su gabinete abandonaron la capital. Ese mismo día el Congreso le dio al presidente un nuevo voto de confianza, cerró sus sesiones y se disolvió. Sin embargo, varios diputados, entre ellos el presidente en turno de la Cámara, Sebastián Lerdo de Tejada, decidieron acompañar al presidente en su peregrinación hacía el norte. En primera instancia, Juárez, su gabinete y la diputación permanente, se dirigieron a San Luis Potosí, donde se establecieron los poderes de la nación; después, el gobierno de la República itinerante iniciaría su largo andar por diversas partes del país, manteniéndose a pesar de mil vicisitudes como el máximo órgano de representación mexicano durante todo el tiempo que duraría la intervención francesa y el imperio de Maximiliano.

Las facultades extraordinarias concedidas a Juárez por el Congreso, al inicio de la contienda, le permitieron mantenerse en el ejecutivo incluso después de haber terminado su periodo legal, en noviembre de 1865. Decidió prolongar su mandato más allá de esta fecha aduciendo las graves circunstancias por las que atravesaba la nación y con el fin de evitar el desmembramiento del grupo liberal en un momento tan crítico.

La invasión

Napoleón III.
Maximiliano I, Emperador de México.
Fusilamiento del Emperador Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía.Francia envió cerca de 5.000 hombres bajo el mando de Carlos Fernando Latrille, Conde de Lorencez, quienes llegaron a Veracruz el 6 de marzo de 1862. Entre tanto los soberanos de España y Gran Bretaña disolvieron la alianza tripartita, agraviados por la diligencia de Francia, y se dispusieron a arreglar sus asuntos con México individualmente.

Las tropas francesas se dirigían a la capital; Lorencez marchó hacía Orizaba, donde recibió refuerzos de L'Herillier y Gambier.

Las tropas republicanas, bajo el mando de Ignacio Zaragoza, intentaron cortar a los franceses el camino a México cerca de las Cumbres de Acultzingo, aunque fue inútil. Zaragoza procedió a congregar sus fuerzas alrededor de Puebla; la victoria de los republicanos en la batalla de Puebla, ocurrida el 5 de mayo 1862, proporcionó optimismo y confianza, lo cual incrementó la moral del pueblo mexicano. Juárez, entonces, aprovechó el tiempo para preparar la defensa; se levantaron trincheras y se reunieron recursos para sostener un posible sitio a Puebla. Francia envío 30.000 soldados suplementarios bajo el mando del general Forey.

Al año siguiente, el 16 de marzo de 1863 Forey comenzó nuevamente el sitio de Puebla; la ciudad resistió numerosos días, pero finalmente, después de haber sido destruidos los fuertes de Santa Inés y San Javier, sucumbió a las tropas francesas. El sitio llegó a su fin el 17 de mayo, cuando Forey capturó la plaza central, aunque él no entró en la ciudad hasta el 19 de mayo. Los generales González Ortega, Escobedo y Negrete fueron enviados prisioneros a Francia, pero lograron escapar en el trayecto.

Después de la caída de Puebla, el presidente Juárez ordenó llevarse los archivos del gobierno, a fin de facilitar la marcha de los negocios publicos dondequiera que se estableciese la capital provisional. era conveniente crear la impresión de una retirada estratégica, no de una fuga. La caravana de la Republica abandono la ciudad de Mexico a fines de mayo de 1863. Al frente marchaba una descubierta de caballejos y tras ella un carruaje cenizo que ocupaban Juarez y su familia y que rodaba lentamente para no incomodar a Margarita, embarazada otra vez. En seguida venían los coches de los miembros del gabinete y de los amigos de siempre, como el administrador de correos Guillermo Prieto y el diputado y magistrado de la Suprema Corte Manuel Ruiz, con varias docenas de colegas legisladores y magistrados; cientos de burocratas anonimos deseosos de hacer meritos y al final un piquete de infantería de medio centenar de hombres y una infinidad de soldaderas con sus niños. Se viajaba por igual a caballo, a lomo de mula o en carruajes y carromatos colmados de colchones, sillas, mesas y hasta pericos. "Desde lejos la caravana parecía una culebra que se arrastraba por los caminos, ascendía por los cerros, vadeaba arroyos y levantaba enormes nubes de polvo a su paso. Era aquel un colorido conjunto en el que refulgían el rojo vivo de las mantas, el rojo terroso de algunos coches, el rojizo oscuro de los caballos, el mate de las armas, el blanco de las bufandas, el gris de los sombreros y el azul de los soldados que alcanzaron uniforme", escribió un periodista [cita requerida]. En pocos días avanzaron trescientos kilómetros para llegar a Dolores Hidalgo. Por ser la Cuna de la Independencia, el poblado parecía ideal para instalar alli el gobierno, maxime cuando el Gobernador de Guanajuato Manuel Doblado conservaba intacta su guardia nacional de cinco mil hombres. Pero el general conservador Tomás Mejia merodeaba por la region, y hubo que continuar hacia el norte otras decenas de kilómetros, hasta San Luis Potosí. La caravana empezó a entrar a San Luis Potosi el 9 de Junio, sin encontrar oposición. Más aún, el acosado gobernador sustituto entrego feliz a Juarez el soberbio edificio del gobierno estatal--donde había magnificas habitaciones destinadas al gobernador y su familia--y traslado los poderes locales al ex palacio del obispado. Mientras tanto, el 10 de junio, las tropas francesas hicieron su entrada triunfal en la Ciudad de México, donde el general Forey constituyó el gobierno de ocupación. Juárez, pronosticando la victoria, organizaba la resistencia, y los estados norteños se aprestaban para la guerra.

Forey regresó a Francia para recibir el título de Mariscal, y en su lugar asumió el cargo Aquiles Bazaine. El ejército francés superaba ya los 45,000 hombres, y aunado a los territorios previamente conquistados, ya ocupaba Tlaxcala, Toluca y, muy pronto, Querétaro. El 9 de noviembre partió Bazaine, acompañado de su áscar, hacía el norte; encontraron poca resistencia, lo cual les ocasionó pocas pérdidas al ocupar las principales poblaciones del país. El general imperial Márquez capturó San Luis Potosí, sólo días después de que Juárez trasladara su gobierno a Saltillo.

Los republicanos resistieron el avance francés en varias partes del país, empleando básicamente las técnicas de guerrilla; la ciudad de Tampico había sido bloqueada por guerrilleros y, en el sur, Porfirio Díaz, al mando de 4,000 soldados, obstaculizaba el paso desde México hacia Veracruz. A pesar de ello no pudo impedirse el avance francés, que ocupó en 1864 Guadalajara, Aguascalientes y Zacatecas.

Los generales republicanos suplicaban a Juárez que renunciara a su cargo para, de esa manera, poner fin a la guerra de intervención francesa. Entre ellos destacaban los generales Manuel Doblado y Jesús González Ortega, así como Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León y Coahuila. Este último se unió al bando imperial a causa de graves diferencias entre él y Juárez. Entretanto, Benito Juárez, debido a la reducción del territorio republicano, se vio forzado a trasladar nuevamente su capital a Monterrey.

Debido a los problemas europeos de Napoleon III sobrevino un cambio en el panorama para los republicanos. Las amenazas por parte de Francia de retirar sus tropas finalmente se materializaron a principios del año 1866, lo que inició el avance republicano hacia el centro del país, puesto que el ejército imperial no contaba con las tropas necesarias para contener su avance. En 1867 Maximiliano I de México reorganizó el ejército imperial, designando a los generales conservadores para altos puestos militares. El mando recayó en los generales Miguel Miramón, Tomás Mejía y Manuel Ramírez de Arellano. Sin embargo, al acercarse las tropas republicanas a México, Maximiliano se trasladó a Querétaro para continuar la lucha.

A partir del 6 de marzo de 1867 el General Mariano Escobedo sitió la ciudad de Querétaro; mientras tanto, el general Porfirio Díaz sitiaba la ciudad de México, impidiendo a Márquez y Vidaurri reforzar a las tropas imperiales en Querétaro. Después de 71 días de resistencia, Querétaro cayó en manos de Escobedo por una traición, y el 19 de junio fueron fusilados, en el Cerro de las Campanas, los generales Tomás Mejía y Miguel Miramón, junto con Maximiliano I. Juárez entró en la capital del país el 15 de julio; había triunfado la República.

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